HITOS EN LA HISTORIA DEL DISEÑO DE SAXOFONES.
Por Antonio Fernandez.
El saxofón es un instrumento atractivo al común de los mortales, sus brillos, sus colores o sus curvas, hacen que, aún en silencio, no deje a nadie indiferente.
A día de hoy, 160 años después de su invención, su forma exterior no ha cambiado de forma drástica, pero su diseño y construcción ha estado en permanente evolución. Se ha experimentado con las zapatillas, las boquillas, se ha mejorado la extensión, hoy cualquier instrumento por humilde que sea tiene una extensión de dos octavas y media (desde el sib grave hasta el fa# agudo, algunos sopranos incluso sol), se ha aumentado y modificado el teclado, suprimiendo o dotándolo de llaves y correspondencias, pero, en esencia y a ojos vista, el trabajo de Adolphe Sax, sigue vigente.
Aún así, han sido muchos los que se han sentido atraídos por mejorar este instrumento, con novedosas ideas, algunas descabelladas y otras brillantes.
Quizá los dos más arriesgados diseños de saxofones en el pasado siglo XX han quedado en el olvido, y hoy son casi desconocidos para la mayoría de saxofonistas, sin embargo, en su momento, muchos pensaron que revolucionarían el mercado y el diseño estandarizado de los instrumentos. Estos “rara avis” son el grafton o saxofón de plástico y el Varitone de Selmer o saxofón electrificado. De estos grandes desconocidos nos vamos a ocupar en sendos artículos. Empezaremos por el Grafton.
THE GRAFTON ACRHILIC SAXOPHONE
Uno de los diseños de saxos más interesantes y bellos, es el del Grafton, construido en Inglaterra entre 1950 y 1967. Su originalidad estriba en que el cuerpo estaba construido de material acrílico y utilizaba un mecanismo muy particular construido en metal. A día de hoy, estos saxos son muy buscados y mantienen una alta cotización en el mercado de coleccionistas, en 1994 el Grafton de Charlie Parker de principios de los 50 fue subastado en 114.000 libras, alrededor de 187.000 dolares.
El grafton fue desarrollado por Hector Sommaruga, un italiano residente en Londres. Nacido en Milán en 1904, Sommaruga fue un mandolinista y guitarrista aficionado que había acompañado a algunos flautistas. Además trabajó en una factoría de instrumentos en Milán. Debido a la
presión fascista, en 1922 Sommaruga se muda a Paris, empleándose en una fábrica de instrumentos musicales, donde empezó a fascinarse por el saxofón y aprendió a trabajar el metal. Cuatro años más tarde se estableció en Londres, como trabajador de la Hawkes Co. (posteriormente Boosey & Hawkes) En el 27 vuelve a París, a principios de los 30 vive en España, pero en el 36 vuelve a Londres. Se establece en la calle en la que tenía su tienda a finales de los 40 (Grafton Way).
En ese periodo de la postguerra, Sommaruga empezó a investigar con instrumentos moldeados en plástico. Así, enseguida decidió fabricar un saxo de este material, basándose en el relativo menor costo y en sus características acústicas (en este caso merece la pena recordar la ley acústica descubierta por Adolphe Sax y que le llevó a construir en metal instrumentos tradicionalmente construidos en madera: “El timbre del sonido está determinado por las proporciones dadas a la columna de aire en razón del cuerpo del instrumento que la contiene”).
El 14 de septiembre de 1945 obtuvo unas patentes provisionales (nºs 604,407 y 604,418) y en 1946 construyó una maqueta no funcional para su muestra.
Ante los elevados costos del proyecto, Sommaruga recurrió a Geoffrey Hawkes (de Boosey & Hawkes) y John E. Dallas, quedando bajo los auspicios de la compañía Dallas para su puesta en marcha.
El saxo fue concebido para ser construido con el cuerpo y la campana de plástico y el mecanismo, las llaves y el teclado en general en metal. El tudel también se concibió en latón para evitar posibles roturas, mientras que los protectores de las llaves eran también plásticos (como algunos J.K. Tone King de la época). Otra novedad fue su mecanismo, con un sistema propio patentado de muelles. Igualmente, los postes en los que se asientan las varillas del mecanismo formaban parte del cuerpo plástico del instrumento.
El moldeado del cuerpo fue subcontratado a la empresa de ingeniería Dc La Rue, que utilizó un compuesto plástico desarrollado por la Imperial Chemical Industries. Finalmente, el Grafton Acrylic entró en producción en la factoría de Bexleyheath, Kent al sureste de Londres.
El instrumento fue finalmente ofertado al público en 1950, los primeros anuncios aparecieron en el Melody Maker, con un precio de 57,75 libras, alrededor de 92 dolares, aproximadamente la mitad del coste de un saxo convencional de la época. En los Estados Unidos empezó a venderse en 1951 a través de la compañía Gretsch.
Uno de los saxofonistas de la época que utilizó un Grafton fue Arnold Ross Brillhart, (conocido por sus fantásticas boquillas). He aquí sus impresiones sobre el instrumento;
Arnold Ross Brillhart
“…En mi vida profesional he utilizado tres saxos; un Selmer “Cigar Cutter” con numero de serie
Sommaruga abandonó la Dallas Company en 1953, y se trasladó a Francia donde murió en 1985. La compañía continuó con la producción del alto hasta 1967. Un prototipo de tenor fue construido, pero debido a su tamaño necesitaba una costosa tecnología de producción, por lo que nunca llegó a la serie. Incluso la Dallas desarrolló una línea de clarinetes, pero por serios problemas de afinación, no fueron demasiado bien acogidos en el mercado.
El fracaso del Grafton lo podemos explicar por las siguientes razones:
- La construcción en plástico hacía que no sonase como los otros saxos, además su timbre presentaba muchas dificultades para tocar en sección.
- El diseño del mecanismo hacía difícil la “familiaridad” para los saxofonistas, que no encontraron el “feeling”.
- El cuerpo plástico era muy sensible a la rotura y los protectores de las llaves se salían con facilidad.
- Los luthiers no estaban familiarizados con el instrumento y sus peculiaridades constructivas. Además los repuestos nunca fueron fáciles de conseguir.
La producción finalizó en septiembre del 67 y el utillaje fue vendido como chatarra. El Grafton fue un concepto interesante, pero el resultado final del producto nunca fue aceptable para los saxofonistas profesionales.
BIBLIOGRAFÍA
- HISTORIA DEL SAXOFÓN, Miguel Asensio Segarra. Rivera Editores. Valencia 2004.
- ADOLPHE SAX Y LA CONSTRUCCIÓN DEL SAXOFÓN, Miguel Asensio Segarra. Rivera Editores. Valencia 2002.
- CELEBRATING SAXOPHONE, Paul Lindemeyer. Hearst Books. New York, 1998.
- THE SAX AND BRASS BOOK, Priestley, Gelly, Trynka, Bacon. Balafon Book, London, U.K, 1998.
- Arnold Ross, Brillhart, SAXOPHONE JOURNAL, mayo-junio de 1995.
RECURSOS DE INTERNET
-
- www.saxquest.com