DANIEL KIENTZY
KIENTZY es un artista internacional dedicado a la creación musical de vanguardia. Su instrumento es el “saxofón-total”, es decir, sin ninguna jerarquía, la familia completa de los 7 saxofones (incluyendo el verdadero saxofón contrabajo). A este instrumento polimorfo él agrega los medios artísticos y técnicos de la electraocústica: y en la rama musical del mismo nombre, y en su declinación mucho más musical que técnica; la fonografía, a la que trata como una creación entera y específica (se puede escuchar en sus casi 60 discos).
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Sumándose a esta panoplia instrumental y tecnológica estamos también ante una actitud artística nueva y radical (en una consciencia aguda del sagrado artístico, así como del rol y los deberes del artista músico, incluyendo el compromiso sindical), una apropiación de la improvisación (absoluta), un conocimiento musical de la acústica (principalmente aplicada a sus instrumentos), una colaboración permanente y totalmente consagrada a los compositores, una forma nueva y prolífera de inventiva musical y conceptual, un sentido natural de la escena y una concepción trascendental del acto musical, que hacen de Kientzy el prototipo terminado pero no reproducido del intérprete contemporáneo.
Habiendo apartado la enseñaza de sus actividades desde hace más de 20 años y llevando a cabo su arte, sin devoción alguna por el saxofón, en una vanguardia musical viva y totalmente posesiva, la trayectoria artística de Kientzy lo aleja considerablemente del mundo del saxofón académico (…y del jazz naturalmente). Mientras tanto, su personalidad, su trabajo de investigación y creación en las condiciones históricas dadas (dominadas por la ausencia de repertorio de vanguardia y las preocupaciones anacrónicas de los “tocadores” de saxo-clásico en el momento en el cual él era músico-investigador en el Ircam, en los inicios de los años 80, cuando Paris era el centro de la música contemporánea en el mundo) han hecho de Kientzy el inventor radical y el creador artístico, estético, técnico y teórico del “saxofón-contemporáneo”.
ARTISTICAMENTE, Kientzy ha otorgado una plaza de primer rango al (los) saxofón(es) como solista de la escena de vanguardia. Su talento que abarca también las artes de la escena, lo puso en el camino de todas las ramas y estéticas de la creación musical, ofreciéndole más de 300 obras. Al respecto, y a pesar de las posibilidades sin precedentes que él ha conferido a sus instrumentos, en su inmensa mayoría, estas obras han sido entregadas al artista más que al saxofón, estando esto presente en el espíritu de los compositores, por la trascendencia musical esperada de la interpretación de Kientzy, quien además, interpreta la música y no los nombres de quienes la escriben. En contraste con la sequedad y la frialdad dominantes en la ejecución musical contemporánea, él aportó rapidamente un compromiso total y un fervor, así como un nuevo lirísmo que se cree, le viene de su pasado (y apariencia) rock. El mismo se desarrolla en una intensidad permanente, con tensiones cuando es necesario pero con toda la vehemencia requerida y sin contemplaciones, en una interpretación que busca una evidencia musical, siendo “natural”, auténtica, como si brotara al instante. Paradójicamente, en su participación en la música (absolutamente) improvisada, aunque él no sabe jamás un segundo antes de comenzar cuál será la primera nota, le gusta dar la impresión de una música escrita.
ESTÉTICAMENTE, Kientzy ha dotado a los saxofones de una nueva voz políglota y polícroma. Su concepción del sonido le debe mucho a su gusto inmoderado por la música electroacústica y a su entrega a ella. Su práctica profesional que ha pasado por numerosos instrumentos, incluyendo “antiguos”, ha podido también alimentar su imaginación. Su arte releva de lo inimitable ya que, inicialmente, no busca otra cosa que una resonancia entre el intérprete que es y cada obra que interpreta. Desde un cierto punto de vista, hay tantos estilos Kientzy como obras que él interpreta, haciéndose notar que si él cambia de una obra a la otra, en el tiempo, cada obra se repite, idéntica (fuera de las variaciones inherentes a toda reproducción humana). Esta vida en el mundo singular de cada obra se desarrolla en el respeto escrupuloso de la partitura. El se apoya sobre una técnica inmensamente desarrollada, sin jamás contar sobre ella únicamente. Su trabajo se desarrolla en la inmersión permanente en la creación musical y sonora, guiado por una concepción chamánica del acto musical (que tiene lugar solo en concierto). Para la grabación, obra de una manera diferente y específica, que no excluye algunos momentos de desenfreno. Su arte está también alejado del cahos como de la vana pretención de querer arreglarlo todo con la técnica pura. Por otra parte, más aún que el vibrato permanente no define (más bien) a 100 % la escuela francesa de saxofón, la ausencia de vibrato no caracteriza, absolutamente, el arte de Kientzy. Este arte, no es un “arte-extraño-llegado-de-la-nada”; es una búsqueda en las posibilidades orgánicas del instrumento. El lo ha forjado trabajando directamente con los compositores en el marco de la creación viviente, sin otro dogma que la eficiencia artística en el rigor (lo que es para Kientzy una manipulación psicosensorial honesta). Inscribiéndose en ella naturalmente este arte prolonga simple pero revolucionariamente la tradición musical occidental, en la que también tomó plaza, en su tiempo, la escuela francesa de saxofón; escuela de la que él fué un alumno obediente, hasta el día (incluído éste) en que pasara su Primer Premio en el Conservatorio Nacional Superior de Música de Paris, obteniéndolo unánimemente, delante de un jurado que incluía en persona al inventor de la misma, Marcel Mule.
TÉCNICAMENTE, su aporte es absolutamente incomparable. No solamente él ha racionalizado y desarrollado todo lo que existía ya, sino que ha inventado decenas de técnicas nuevas, sus combinatorias y sus notaciones, dotando, de manera equitable, cada uno de los 7 saxofones. Con respecto a la llamada escuela clásica, la técnica de Kientzy está únicamente hecha de aportes nuevos. Nada se ha suprimido, con la sola excepción del vibrato sistemático que es indiscutiblemente un ornamento al que absolutamente nada justifica su presencia permanente. El “sonido-normal” de Kientzy es mucho más que un sonido clásico al que se le ha sustraído el vibrato.
Las razones de estos avances técnicos son múltiples, citaremos rápidamente la principal: un apetito insaciable por el(los) sonido(s) al servicio de la expresión. Otra es también muy importante e inclusive sine qua none : es el conocimiento acústico que él ha desarrollado sobre sus aerófonos. Por una parte este permite de comprender que el sacrilegio no existe en la explotación sonora de un instrumento, y que a su vez es solo un medio de canalizar las leyes físicas. Por otra parte, solo estos conocimientos permiten plenamente el analizar, desarrollar y preveer los fenómenos que generarán las extensiones acústico-expresivo-musicales.
TEÓRICAMENTE, Kientzy ha desarrollado un trabajo considerable, principalmente sobre los saxofones. Es este trabajo teórico que, siempre ligado a la interpretación creativa, ha permitido los otros desarrollos: técnicos, estéticos, gráficos, artísticos, terminológicos, nocionales, conceptuales, etc., etc…, lo podemo encontrar en las diferentes obras, incluyendo la monumental “Saxologie” (dicho sea de paso, su Tésis de Doctorado, defendida en 1990 en la Universidad Paris VIII) que posee los fundamentos del nuevo, pleno y auténtico virtuosismo.
WEB SITE: www.kientzy.org
Contact : novamusica@infonie.fr